Opinión: “Puntilla” a la hostelería local

Paseo Marítimo Juan Aparicio, una de las zonas más concurridas de Bares y Restaurantes de Torrevieja

Fernando Guardiola

La víspera del Día de Reyes de 2021, la recordaremos como aquella en que el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, junto a la Consellera de Sanidad Universal, Ana Barceló, anuncio nuevas restricciones por el avance del coronavirus, recogidas profusamente en todos los medios de comunicación. Los comentarios de todo tipo en las redes sociales no se hicieron esperar, pero algunos sobresalen por su indignación, son los que escriben los propios hosteleros, insistiendo en que esto es la “puntilla”, y no precisamente de mantilla española, sino de muerte.

Que hay irresponsables en todo sitios y en nuestro pueblo, ya lo sabemos de antemano, y contra la insolidaridad y el desprecio de esta gente hacia los demás, no hay otro remedio que no sea policial y económico, con multas ejemplares, que se les quiten las ganas de hacer fiestas, como las que estas navidades hemos visto en varios lugares de ocio, en las casas rurales de Orihuela Costa, o incluso en casas particulares, algo que todos sabemos, pero nos callamos. Somos conscientes de que no hay policía para tanto descerebrado, pero la subdelegación del Gobierno debería de estar para algo más que sostener una placa en la fachada. Todos sabemos, porque lo hemos visto en nuestros barrios, que pese a estar confinados perimetralmente en la comunidad, han venido residentes de Madrid, País Vasco y otras zonas sin que nadie les pida ni el carnet de identidad.

Pero a lo que vamos que es lo que nos duele en este momento. ¿Alguien entiende porque tenemos que pagar justos por pecadores? Me explico, se han cerrado perimetralmente 26 municipios de la Comunidad, entre ellos 3 de la provincia de Alicante porque su incidencia por 100.000 habitantes supera los 500 casos. Siguiendo ese mismo criterio de “castigar” a esas poblaciones, ¿Por qué no se dejan sin aplicación esas restricciones a ciudades como Torrevieja, que tienen una incidencia, reconocida por Sanidad ayer mismo, de 42 casos por 100.000 habitantes?

Los que dirigen desde sus poltronas estos cambios, deberían ser conscientes, primero del daño que le hacen a la economía, en este caso ya no solo a la Hostelería, sino a las empresas que sufren daños colaterales, como distribuidores de bebidas, carnes, pan, gas, plataformas de TV de deportes e incluso a los propios medios de comunicación, que vemos mermados nuestros ingresos por la falta de publicidad.

Pienso que si tuviéramos un índice aunque fuera de 200, se podría asumir, pero con estas tasas tan bajas, no sabemos por qué, unos dicen que por las salinas, otros por el mar, otros porque aunque no lo parezca somos responsables, la cuestión es que los números están ahí. Tampoco creo que se merezca la hostelería ese trato, mientras, los autobuses, aviones, trenes, centros comerciales, supermercados, siguen llenándose de personas sin que nadie haga absolutamente nada.

Para colmo, todas estas medidas no van acompañadas, como en otros países de ayudas “directas” contantes y sonantes, véase los números de Alemania, Francia o Inglaterra, sino recurriendo de nuevo al sueldo subsidiado de papá estado a través de los Ertes, creados más para lavar las cifras del paro que para otra cosa. Pero eso sí, aquí el dueño del Bar o el Restaurante, al final de mes, como todos los autónomos tiene que seguir rascándose el bolsillo, para pagar, sus cuotas de autónomo, la parte correspondiente a los Ertes, el plazo del préstamo ICO que pidió para paliar los daños del confinamiento, el alquiler del local y el “sursum corda”. A todo esto el Sr. Alcalde de Valencia, Joan Ribó,  se saca de la  manga una cabalgata «secreta»,  que se convierte en una bomba infecciosa, sin que nadie le diga nada, por aquello de que es socio del Pacto Botanic, ¡vamos eso lo hace un alcalde de la Vega del PP y a estas horas está procesado por poner el riesgo la salud de la población!.

Solo nos queda esperar, con los nervios templados, para que esta situación no se alargue en el tiempo y algunos pierdan la paciencia y con permiso de los energúmenos de siempre y los que reparten las restricciones como una cruel lotería, podamos volver a vernos en nuestros bares a eso de las diez de la noche de un día cualquiera.

Por lo pronto la hostelería seguirá en estado de “coma inducido” y rememorando a Cristo en la Cruz, diciendo aquello de “Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen”